miércoles, 16 de noviembre de 2011

CONTINUACIÓN, SEGUNDA PARTE (NATALIA GARCIA)

CRÓNICA 2: DE CÓMO LOS DERECHOS SON RELATIVOS
Hay una cosa de Dominicana que me ha llamado la atención especialmente: la conciencia o no de derechos y la creencia o no de los ciudadanos en su derecho a defenderlos (valga la redundancia)
En absoluto pretendo que esto sea un análisis de las causas que motivan la situación educativa, sanitaria, social o jurídica del País, porque eso supondría analizar la relación entre la capacitación o competencia individual de los ciudadanos, la conciencia social y política, los riesgos de ser activo en la defensa de derechos, la impunidad ante el abuso de poder de quien tendría que ser garante, las posibilidades de participación ciudadana en las decisiones políticas y el contexto científico-técnico-medioambiental del País y sus regiones...He dicho!.
Reconozco que no estoy preparada para hacerlo con el rigor que merece el asunto y que además, a estas horas, me da bastante pereza técnica.
No obstante, supongo que podría, e incluso debería, ilustrar la cuestión con algunos datos, sobre todo para que no parezca que trivializo el tema de los derechos con lo que voy a compartir con vosotros en un ratito (ratito de los de España, no de los de Dominicana).
Empezando por aquello que más me enerva -antes incluso de venir aquí- pero que también saca mi lado más inconformista, más revolucionario e incluso más fuerte:
• Número de mujeres asesinadas a manos de su pareja, ex-pareja, etc. en lo que va de año: 155 según las cifras oficiales.
La sociedad dominicana es patriarcal y tremendamente machista. Lo digo yo, lo dicen las y los dominicanas y dominicanos -claro que estos últimos no lo denominan machismo, sino superioridad natural-, lo cantan los reguetones (no sé ni cómo se escribe), lo tolera la Iglesia con sus interpretaciones, o la ausencia de ellas -y de esto hablaremos otro día-, y lo corroboran las estadísticas. Este sistema patriarcal tiene su traducción en el acceso a la justicia por parte de las mujeres víctimas de violencia de género -no lo digo yo, lo dice un informe de 2007-. Algunas conclusiones del informe:
• los puestos de poder judicial están ocupados en su mayoría por hombres,
• muchas juezas se parcializan a favor del agresor hombre con tal de que no se las tilde de feministas o porque no quieren tener que enfrentar el hecho de que ellas mismas son mujeres agredidas. Y por el otro lado, jueces varones no condenan a agresores por miedo a ser tildados de afeminados o poco hombres, o porque ellos mismos son agresores.
• Desconocimiento por parte de quien aplica la ley (en muchos casos) del derecho internacional de los Derechos Humanos
• Interpretaciones patriarcales (y machistas). Algunas perlas literales de jueces y operadores de justicia que aplican la ley contra violencia de género son, por ejemplo: “esa víctima, vive con unos hijos y vive con un esposo, entonces uno debe tener pendiente que uno no está llamado a disgregar la familia”, “Ante esa ley nos encontramos desamparados y como hombres debemos tomar acciones para hacer justicia”, “Esa ley es sexista, es feminista, por eso yo digo que esa ley es inconstitucional, es demasiado feminista y la constitución establece igualdad de genero y de todo.”, “Lagunas de la ley: hay un articulo que no me gusta, en cuanto a la sexualidad. La violación de la esposa por el cónyuge, se contradice con los deberes matrimoniales que es el deber de cohabitar; no entiendo ese asunto de violación cuando es un deber de la mujer cohabitar con el cónyuge”,“hablando con ellos, con la finalidad de cumplir con el papel social y el papel cristiano, de que en los hogares exista el amor.”,“Tratamos de intervenir, que se reconcilien”...y otras
• Los agresores tienen un concepto un tanto restringido de lo que es la violencia. Algunas ¿confesiones? textuales son, por ejemplo: “No acepta rigor de hombre”, “No le pegué, únicamente saque la pistola”, “Se molestó porque tenía una novia”, “Sale y no dice a donde va”.
Evidentemente también hay buenas prácticas, también hay avances, también hay buenos y buenas jueces y juezas y, estoy segura de que las organizaciones que trabajan por la erradicación de la violencia de género continuarán acompañando a cada una de las mujeres que se encuentre en esta situación y promoviendo cambios. Simplemente quería dejar constancia de mi absoluto partidismo en esta cuestión. La crónica es mía y evidencio lo que yo quiero. No tolero la violencia en ninguna de sus manifestaciones. Además, estoy convencida al 100% de que los hombres a los que mando este documento son también absolutamente feministas en esta y otras cuestiones que afectan a las mujeres, como el derecho a ocupar puestos de poder y de toma de decisiones (en política, en el área laboral y cualquier otro ámbito de la vida), por ejemplo. Vamos, no me cabe ninguna duda.
Algunos otros datos estadísticos señalan que: el 38,1% de la población cree que la mujer tiene igual capacidad que el hombre para gobernar (lo que supone dar por hecho que la del hombre es la que se utiliza como referencia de la “buena capacidad”, claro); el 77% cree que la mujer debe participar de igual manera que el hombre en la política; la tasa de alfabetización adulta es del 87%; el 37% de la población cree en los juicios justos (lo que significa que el 63% desconfía de ellos); el 10,2% han pedido alguna vez apoyo a las instituciones para resolver sus problemas; el 37,3% confía en la ayuda del prójimo; porcentaje de personas asesinadas por la policía respecto al total de homicidios 10% (268); porcentaje de personas heridas por la policía del total de heridos por acción violenta 16,6% , etc., etc., etc. Con esto podéis haceros una ligera idea y sacar vuestras conclusiones.
Tengo la impresión de que por evitar parecer trivial, ahora lo que he parecido es el “Trivial de la estadística”, así que lo dejo aquí. Pero vamos, que si alguien está tremendamente interesado en profundizar en el tema, solo tiene que decírmelo...que yo encantada.
Después de este intento de situaros en el país, me voy a permitir un tratamiento un tanto jocoso acerca de cómo estoy viviendo yo la vulneración de uno de los derechos fundamentales de todas las ciudadanas y ciudadanos, incluso las y los temporales: el derecho a cruzar la carretera en aquellas zonas señalizadas para paso prioritario de peatones frente a vehículos, o sea, los pasos de cebra. Aclaro que la cuestión sí me parece seria porque sigue evidenciando cuestiones de poder de unos frente a otros, indefensión de los más vulnerables, impunidad de los que cometen faltas, etc., pero al mismo tiempo supone enfrentarme a mi propia impotencia y eso tengo que hacerlo con cierta ironía para no frustrarme demasiado.
A los dos o tres días de estar en República Dominicana establecí una jerarquía clara de ciudadanos. Los que van en vehículo están en el extremo superior de la pirámide de poder, los peatones en el más bajo, de forma que sería algo así: en el nivel más bajo están los peatones, inmediatamente por encima las bicis seguidas de las motos (particulares y moto-conchos), los coches utilitarios, los conchos (porque tienen una tendencia a parar en seco), las jeepetas (que son las mujeres de los jeep) y/o camionetas (que son las más numerosas), las gua-guas (porque por tamaño ocupan más) y los autobuses.
Lo curioso es que la posición que uno ocupa en esta jerarquía no es fija, depende del rol que juegues en cada momento. Un día eres una mierda en el mapa de la educación vial y al día siguiente el rey; todo depende de que ese día te hayas levantado con el pie izquierdo o con la rueda derecha.
La jerarquía entre los vehículos es ciertamente un poco artificial. En realidad gana el que antes toque el claxon o el que más tarde en retirarse ante una amenaza de choque lateral. Se toca el claxon para todo: para avisarte de que “estoy llegando al cruce y más te vale que frenes tú porque yo no pienso frenar”, para hacerte notar que “llevas 0.50 nanosegundos parado y me obligas a reducir la velocidad”, para informarte de que “al semáforo le queda 1 minuto para ponerse en verde y no veo yo, desde la posición de atrás tuyo, que estés haciendo ademán de quitar poco a poco el pie del freno para salir disparado”, para preguntarte “dónde vas, alma cándida, que mi coche es más grande que el tuyo y piensa tú quién tiene más posibilidades de ser aplastado, si no se para, en ese trozo de carril por el que no pasamos los dos”, para “sugerirle” al concho que la próxima vez te avise un poco antes de hacerte frenar en seco o dar un volantazo. O para todo al mismo tiempo. En definitiva, para comunicar. Lo mejor de todo, es que a veces te encuentras policías tocando el silbato para ordenar todos esos toques simultáneos de bocinazos.
Así contado yo se que no es muy diferente a Madrid, Castilla-León, e incluso Logroño, y que todos, cuando tenemos un volante entre las manos, nos creemos Carlos Sainz, -“trata de arrancarlo, Carlos, trata de arrancarlo, por Dios” incluido- pero también creo que hay una diferencia sustancial. A nadie en su sano juicio y estado de conciencia normal, se le ocurriría en España no frenar en un paso de cebra si ves que van a empezar a cruzar peatones. Como mucho, pasas apurando (que tampoco está bien). Y, ningún ciudadano aguanta que pasen sin frenar más de 2 coches seguidos. No es algo amparado socialmente. En todo caso, es una cuestión de bravuconería. Quiero pensar que este “respeto” va más allá incluso de la imposición de sanciones por homicidio imprudente, aunque a lo mejor habría que ver qué pasa en una situación de impunidad.
Cuando aquí vas por la ciudad en calidad de peatón, no te queda otra que esperar a que dejen de pasar uno tras otro, tras otro, tras otro toooooooooodos los vehículos que en ese momento necesiten pasar por el mismo paso de cebra que tú, aunque la prioridad legal sea tuya. Esa es mi sensación y creo que no ofendo sensibilidades si la transmito. Ningún coche se inmuta, ningún ciudadano se inmuta. Como mucho llega un punto en que una o uno se arriesga a hacerle un gesto al coche que viene para que pare y a poner un pie en el paso de cebra, a ver qué pasa. Pero esta es la opción de las y los valientes. En cualquier caso, aún en esa situación, pasas corriendo, porque el conductor te avisa con el claxon de que le ha molestado tu conducta.
Reconozco que la situación me indigna bastante, que me hace pensar que la empatía está sobrevalorada ya que todos sabemos cómo se siente el otro y nos da igual, y que algún día he pensado: “bueno, se acabó, la prioridad es mía, la ley está de mi parte y si no rompemos esta relación de abuso de poder, estaré dando un paso más para dejar que aplasten mis derechos y que me anulen como persona, aquí o en cualquier otro país”. Esto lo suelo pensar a las 8 de la mañana cuando voy llegando a la Fundación y todavía el calor no ha achicharrado mis neuronas, a las 5 el pensamiento es menos profundo. Inmediatamente después comienza la siguiente secuencia: Miro a la derecha, la izquierda y al cruce, veo los coches que vienen, hago un cálculo estimado de la distancia entre unos y otros y de la velocidad que llevan, establezco la prioridad en el paso entre ellos, miro si alguien más está esperando para cruzar a mi lado o de frente, calculo la presencia de posibles testigos y observo que no haya ningún obstáculo, agujero o inconveniente en el pavimento. Aunque parece mucho, soy capaz de hacerlo todo en un solo golpe de vista. Y luego empiezo a pensar: “Bien, habida cuenta de la velocidad excesiva de los coches, de que no cabes entre uno y otro porque van pegados, de que nadie más va a pasar contigo y de que casualmente a esa hora solo hay un obrero que es haitiano y pasa de meterse en problemas y menos por una blanquita (existe gran discriminación hacia los haitianos en Dominicana), es seguro que, si pasas, vas a morir. En ese caso, para que la muerte no sea en vano y sirva a la defensa de los derechos de los peatones tienes que asegurarte, en primer lugar, de que tu muerte le importa a alguien. Afortunadamente, pongo la mano en el fuego por esto. En segundo lugar, hay que conseguir que el cadáver se quede en el paso de cebra o en su defecto se vea la frenada porque, dado que nadie va a testificar es necesario que no parezca una imprudencia tuya. En tercer lugar, la familia -con ayuda- tiene que conseguir que el caso tenga repercusión internacional y suscite un debate sobre los derechos del peatón. Sería preciso, en cuarto lugar, que este hecho causara la suficiente conmoción en República Dominicana como para que los peatones hicieran una manifestación, como poco en Santiago, colapsando los pasos de peatones e impidiendo el paso de los vehículos. Claro, si ya el tercer paso me parecía improbable, este último me parece imposible”.
Todas las batallas necesitan mártires (estoy convencida de ello), pero así las cosas, lo que te planteas es que ese día no te has levantado con ánimos, y nuevamente lo dejas pasar, porque al final concluyes que, si tienes que ser mártir de alguna causa, por lo menos tiene que servir para provocar cambio social.
En fin. Juro, que un día de estos, pondré un pie en el paso de cebra y cuando el coche que venga toque el claxon para que me quite de ahí, me he de poner delante a ver qué hace...o lo mismo me quito y respeto su prioridad moral, ya veré.
Besos a todas y todos.

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